Skip to main content

En Sanctum Forest, creemos que el duelo es un camino de transformación, no solo de dolor. Para ayudarnos a entender este proceso, hemos invitado al reverendo Carlomangno Osorio, experto en tanatología, a compartir una reflexión. Su visión nos ayuda a distinguir entre el dolor, inevitable ante la pérdida, y el sufrimiento, que podemos elegir sanar.

Hablar de dolor y sufrimiento no es lo mismo, aunque solemos confundirlos. El dolor es inevitable: llega cuando perdemos a alguien, cuando algo que amábamos desaparece, cuando la vida se rompe en un instante. El sufrimiento, en cambio, es lo que hacemos con ese dolor, la forma en que lo interpretamos, lo alargamos o lo transformamos.

En el contexto del duelo, el dolor es la herida inicial. Es real, punzante, físico incluso. Nos falta el aire, nos tiemblan las manos, sentimos que la vida nos arrancó un pedazo. Nadie puede evitar ese primer impacto. Pero el sufrimiento es distinto: es la historia que comenzamos a contarnos sobre esa pérdida. ¿Por qué a mí?, ¿qué hubiera pasado si…? podré seguir adelante? El sufrimiento es la prolongación mental y emocional del dolor.

La tanatología nos invita a reconocer esta diferencia con honestidad. No para minimizar lo que sentimos, sino para darnos un espacio de libertad interior. Porque el dolor pide ser escuchado, pero el sufrimiento puede ser trabajado. El dolor nos visita, el sufrimiento se alimenta si lo dejamos crecer sin medida.

Cuando perdemos a alguien, el corazón se enfrenta a una encrucijada: quedarnos atrapados en el sufrimiento o permitir que el dolor nos enseñe. Esta no es una decisión fácil ni inmediata; requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, la valentía de mirar hacia adentro. El duelo es precisamente ese proceso: ir reconociendo que lo que duele no siempre se puede cambiar, pero lo que hace sufrir sí puede transformarse.

Aceptar el dolor no significa resignarse. Significa darle un lugar en nuestra historia, dejar que nos atraviese sin que nos destruya. Es abrir un espacio en el que las lágrimas no son un fracaso, sino una forma de amor que aún busca expresarse. El sufrimiento, en cambio, disminuye cuando nos atrevemos a contar nuestra pérdida, a compartirla, a darle voz y a descubrir que no estamos solos.

Comprender esta diferencia es uno de los pasos más poderosos en el camino del duelo. Nos recuerda que no podemos arrancar el dolor de raíz, pero sí podemos decidir no quedarnos atrapados en el sufrimiento sin salida. El dolor pasará; el sufrimiento puede quedarse, a menos que elijamos sanarlo.

Y aquí aparece la lección más profunda: todo duelo, por más duro que sea, guarda en sí mismo una semilla de vida. Quien aprende a distinguir entre el dolor que toca vivir y el sufrimiento que se puede soltar, abre la puerta a una forma nueva de estar en el mundo: más consciente, más compasiva, más agradecida.

El duelo, al final, no nos enseña a olvidar, sino a transformar. Porque cuando el dolor habla y el sufrimiento responde, podemos elegir que esa respuesta no sea un eco de desesperanza, sino un susurro de amor que nos recuerde que la vida sigue teniendo sentido, incluso después de la pérdida.

Rev. Carlomangno Osorio Uran

Carlomangno.osorio@gmail.com

446 218 9584


La reflexión del reverendo Osorio nos recuerda que el dolor es parte del amor, pero el sufrimiento es una carga que podemos soltar. En Sanctum Forest, te acompañamos en este proceso. Nuestros servicios te ofrecen un lugar de paz y naturaleza para transformar la pérdida en un legado de vida. Honra a tu ser querido convirtiendo su recuerdo en un nuevo comienzo que florece por siempre.

Leave a Reply